martes, 13 de septiembre de 2011

Hay que ser gilipollas...

Perdón, pero esta es la frase que ha venido a mi mente esta mañana, cuando me he levantado y he leído un artículo en El Mundo, versión digital. Pongo el enlace, por si alguien no se cree del todo las imbecilidades que voy a citar de la escritora y periodista Cristina Fallarás.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2011/09/14/la-hora-de-los-perros.html

Ahí va un extracto:
La hora del cole coincide con la hora de los perros, qué se le va a hacer. Salgo de casa a las 8.30 con el café reciente, y me la cruzo. Es una mujer joven, alta y espigada que camina sabiendo que parece una actriz italiana de cuando la Mangano, o queriendo parecerlo. Vestido negro con escote en uve, unos zapatos quizás algo altos para la hora y el pelo en un recogido de verdad casual. Con la mano izquierda sujeta la correa de su labrador rubio, un bonito ejemplar que tira de ella sin furia. Lleva la derecha graciosamente alzada. Sostiene con esa mano una bolsita transparente en la que se mecen, oh, las heces de su perro. Es evidente que a ella, y supongo que a la mayoría de la población, le parece normal agacharse, agarrar la caca de su animal con la mano y pasearla hasta la papelera más cercana. ¿Y qué es lo que hace que a esa mujer le resulte normal semejante guarrería? El hecho de que le han dicho que es así como se comporta una persona cívica. ¿Y qué hace que la gente no se vuelva a su paso ante tal marranada? Lo mismo. Podrían haber inventado cualquier otro sistema para que los restos animales no poblaran nuestras aceras, pero a alguien se le ocurrió que lo mejor era que el ciudadano lo recogiera con la mano y cundió el mensaje. Eso tiene difícil vuelta atrás, porque el ciudadano de bien necesita saber cómo hacer las cosas, cómo debe hacerlas todo el mundo, y entonces proceder. Todo el mundo. Nos acostumbramos pronto al absurdo. Para ello, basta la mayoría.

Hay que ser gilipollas... ¡Perdón! Lo he vuelto a hacer. ¿Cómo es posible que alguien se atreva a despreciar así una actitud tan cívica? Somos miles en España los que tenemos la suerte de convivir con un perro y nos preocupamos por su bienestar e higiene. Es inevitable preguntarse cómo a una persona que demuestra tal desprecio hacia la educación le dejan escribir en un medio que pretende pasar por serio. Quiero creer que en realidad no piensa lo que escribe, que únicamente busca llamar la atención y ser una polémica famosilla, cosa que atrae a algunos escritorcetes que desean hacer de su cara un icono de la modernidad intelectual.

Por otro lado, veo esta fotografía tan maternal (que ella misma ha colgado en Internet) y me pregunto si es ella quien limpia las mierdas de sus hijos o le da tanto asquito que contrata a alguien para que lo haga. En fin... Hay que ser gilipollas... ¡Perdón!

4 comentarios:

  1. Sí, yo también me he dado de narices con el artículo y me he quedado flipada. Supongo que ella sí que quita la caca de sus nenes con la mano, como si no formara parte de la vida de todos. Está claro que no sabe lo que es amar a un animal.

    ResponderEliminar
  2. Acabo de leer el artículo. En fin, periodistas..

    ResponderEliminar
  3. Quizá prefiera salir a las ocho de la mañana de casa con sus zapatos inmaculados y pisar un "chuzo"...o que su hijo vuelva del cole a las cinco de la tarde y le traiga un "regalito" pegado en la suela que ella tenga que limpiar... en fin, seguro que todo es polémica... o de lo contrario, tienes toda la razon, simplemente es gilipollas!!

    ResponderEliminar
  4. hatshet: Pues lo siento por ella. Amar a un animal y sentir su cariño es algo maravilloso que enriquece la vida.

    Auriga: Te entiendo, pero quiero pensar que son muchos los periodistas que aún hacen (o intentan hacer) un buen trabajo. Lo malo es que los medios son empresas, y muchas veces no les dejan decir ni media palabra de su opinión. Yo conocía a un pobre muchacho al que su jefe, consciente de sus ideas animalistas, le mandaba a propósito a cubrir corridas de toros. Al final no aguantó más y dejó ese trabajo.

    paulina: Lo triste es que no obliguen a esta mujer desde El Mundo a pedir públicamente disculpas por sus sandeces. Yo, personalmente, ya sé de qué "escritora" no quiero leer ni media palabra.

    ResponderEliminar