El pobre elefante al que estos dos impresentables han asesinado jamás se borrará de mi memoria. Lo han colocado junto a un árbol, orgullosos de su barbarie. El de la derecha es Juan Carlos I, Jefe del Estado español. Me avergüenzo de que mis impuestos paguen las cacerías de este hombre. A partir de ahora sé lo que sentiré ante su nombre o su imagen: asco.
Asco y vergüenza de que una persona que debía dar ejemplo se dedique a asesinar seres vivos. Yo tampoco olvidaré a ese elefante, una de las criaturas más hermosas que habitan la faz de la tierra. Desde hoy, el de la foto ya no es mi rey.
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