Noticia aparecida en La nueva España:
Centenares de personas marchan en defensa de los gatos callejeros. Las protectoras exigen que se retire el decreto que manda llevar los animales al albergue
Centenares de personas marchan en defensa de los gatos callejeros. Las protectoras exigen que se retire el decreto que manda llevar los animales al albergue
«Quieren expulsar a los gatos del territorio que les pertenece». Oviedo
Chus NEIRA
Era una manifestación en defensa de los gatos callejeros de Oviedo, pero tuvo también algo de día del orgullo gatuno y sorprendió a los propios convocantes. Varios centenares de personas marcharon desde Renfe hasta la plaza del Ayuntamiento (270 según la Policía Nacional, 500 según los organizadores) exigiendo la retirada del decreto que manda retirar de las calles los animales en diversos puntos de la ciudad donde se han denunciado problemas de salubridad. Más allá de la normativa, los que se manifestaron ayer por Oviedo lo hicieron también para defender su actividad de voluntariado en defensa de los animales, para poder seguir alimentando en la calle a los animales, sean gatos o palomas.
En la marcha se pudieron ver todo tipo de lemas y escuchar consignas variadas, desde el «Caunedo el popular mata al animal» hasta la sencilla y efectiva «¡Miau!» o el coro «Todos somos callejeros». En los carteles, muchos manifestantes llevan el «menos gatos, más ratas» o mostraban fotos de animales pidiendo clemencia bajo el lema «Alcalde, no nos mates».
Aunque el decreto se ciñe a unos puntos concretos de la ciudad, muchos de los manifestantes, como Marichu Rodríguez, de Adaga, entendían que el decreto supone en la práctica que «se prohíbe dar de comer a todos los animales de la calle; entienden que no tienen dueño, los llevan al albergue y allí los eutanasian, porque no tienen sitio». Muchos, como esta alimentadora de gatos, afirman que hay posibilidad de llegar a un acuerdo y que no quieren poner los gatos por encima de los ciudadanos, sino buscar soluciones. Rosa María González explicaba, por ejemplo, cómo en Santiago de Compostela, junto a la catedral, el Ayuntamiento había dispuesto estructuras donde los voluntarios podían dar de comer y cuidar de los animales.
Los cuidadores aseguran que ellos alimentan a los gatos de forma limpia, que además son animales «muy sibaritas», que no quieren la basura, y que las colonias vigiladas por las asociaciones tienen ejemplares vacunados y esterilizados. Otro argumento a favor de los gatos callejeros, que cuantos menos haya, más ratas habrá en la ciudad.
La marcha también reunión a los amantes de los gatos, sin más implicación en el problema. Susana Villanueva admitía desconocer el origen de la polémica, pero había acudido a manifestarse al leer la convocatoria en Facebook: «Porque los gatos callejeros son cosmopolitas. Roma está llena de gatos. Allí, en el Museo Arqueológico, vi cómo uno dormía encima del libro de visitas. Y París está lleno de gente que alimenta a los animales en la calle».
Aunque otros vecinos, como en el Colegio Veneranda Manzano, han denunciado problemas con los gatos que frecuentan una parcela vecina, los cuidadores insistieron en que estos animales son muy limpios y precisaron que las colonias vigiladas son una garantía. «No hace falta sacrificarlos, y esos problemas habría que verlos en profundidad para saber si los gatos tienen la culpa», razonaban Javier Vega y su hermana Vega.
A medida que la manifestación ganaba la plaza del Ayuntamiento por la calle Jesús, la gente que había ido sumando la marcha parecía empezar a menguar con las primeras gotas de agua. Aunque con lluvia, los amantes de los animales, también con muchos perros, hasta medio centenar, llegaron a la plaza, donde coincidieron con gaiteros y un acto político de UPyD, y leyeron su manifiesto entre los citados gritos de «¡Miau!» y «Todos somos callejeros».
Quieren seguir cuidando de sus animales, aseguran que prestan un servicio público que ellos mismos financian y lo único que piden es que las autoridades no les retiren sus gatos de las calles. No entienden la ciudad sin sus colonias.
En la marcha se pudieron ver todo tipo de lemas y escuchar consignas variadas, desde el «Caunedo el popular mata al animal» hasta la sencilla y efectiva «¡Miau!» o el coro «Todos somos callejeros». En los carteles, muchos manifestantes llevan el «menos gatos, más ratas» o mostraban fotos de animales pidiendo clemencia bajo el lema «Alcalde, no nos mates».
Aunque el decreto se ciñe a unos puntos concretos de la ciudad, muchos de los manifestantes, como Marichu Rodríguez, de Adaga, entendían que el decreto supone en la práctica que «se prohíbe dar de comer a todos los animales de la calle; entienden que no tienen dueño, los llevan al albergue y allí los eutanasian, porque no tienen sitio». Muchos, como esta alimentadora de gatos, afirman que hay posibilidad de llegar a un acuerdo y que no quieren poner los gatos por encima de los ciudadanos, sino buscar soluciones. Rosa María González explicaba, por ejemplo, cómo en Santiago de Compostela, junto a la catedral, el Ayuntamiento había dispuesto estructuras donde los voluntarios podían dar de comer y cuidar de los animales.
Los cuidadores aseguran que ellos alimentan a los gatos de forma limpia, que además son animales «muy sibaritas», que no quieren la basura, y que las colonias vigiladas por las asociaciones tienen ejemplares vacunados y esterilizados. Otro argumento a favor de los gatos callejeros, que cuantos menos haya, más ratas habrá en la ciudad.
La marcha también reunión a los amantes de los gatos, sin más implicación en el problema. Susana Villanueva admitía desconocer el origen de la polémica, pero había acudido a manifestarse al leer la convocatoria en Facebook: «Porque los gatos callejeros son cosmopolitas. Roma está llena de gatos. Allí, en el Museo Arqueológico, vi cómo uno dormía encima del libro de visitas. Y París está lleno de gente que alimenta a los animales en la calle».
Aunque otros vecinos, como en el Colegio Veneranda Manzano, han denunciado problemas con los gatos que frecuentan una parcela vecina, los cuidadores insistieron en que estos animales son muy limpios y precisaron que las colonias vigiladas son una garantía. «No hace falta sacrificarlos, y esos problemas habría que verlos en profundidad para saber si los gatos tienen la culpa», razonaban Javier Vega y su hermana Vega.
A medida que la manifestación ganaba la plaza del Ayuntamiento por la calle Jesús, la gente que había ido sumando la marcha parecía empezar a menguar con las primeras gotas de agua. Aunque con lluvia, los amantes de los animales, también con muchos perros, hasta medio centenar, llegaron a la plaza, donde coincidieron con gaiteros y un acto político de UPyD, y leyeron su manifiesto entre los citados gritos de «¡Miau!» y «Todos somos callejeros».
Quieren seguir cuidando de sus animales, aseguran que prestan un servicio público que ellos mismos financian y lo único que piden es que las autoridades no les retiren sus gatos de las calles. No entienden la ciudad sin sus colonias.
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