Se llama Marta Fernández Guadaño y dice de sí misma: "Soy economista de formación y periodista de profesión. Mi vocación es escribir, casi de lo que sea". Hoy he comprobado hasta qué punto de degradación es capaz de llegar un periodista (¿o un economista?). Hoy Marta publica un artículo en El Mundo que comienza así:
METRÓPOLI
De la alta cocina al entorno urbano
Marta Fernández Guadaño
| Madrid
Ruta por establecimientos y restaurantes de España que disponen de
carne de equino, una oferta nutritiva y asequible en las carnicerías.
Me imagino a Marta recibiendo una llamada desde arriba. "Marta, esto de la carne de caballo hay que convertirlo en algo normal. Nos jugamos mucho dinero en esto. La gente tiene que acostumbrarse". Y Marta, cuya vocación es escribir y escribe casi de lo que sea, cumple la orden. Escribe un artículo sobre lo nutritiva que es la carne de caballo, lo baratita que sale, lo rica que está. Después de entregar su artículo Marta, que aún tiene algo de conciencia, va al lavabo y vomita. Siente náuseas por lo que ha escrito. Pero ella es periodista. Es su vocación. Tiene que escribir de lo que sea y ha aprendido a obedecer las llamadas que vienen de arriba.
Unos versos para Marta:
Cabalgaste despacio
sobre su lomo,
crines de fuego,
grupa de nieve,
corcel cansado para turistas
al que tu padre te subió
cuando tenías nueve años.
Hoy su recuerdo
se diluye en tu estómago
entre jugos gástricos
como restos de la carne
de tu infancia.
Enrique Cortés